Llevo días (bastantes) dando
vuelta a esta idea en mi cabeza: ¿Qué preferimos tener belleza exterior o interior?
¿Por cuál de las dos queremos ser recordados?
Las comparaciones siempre
son odiosas y las mujeres rara vez vamos a reconocer que otra es más hermosa
que nosotras mismas. Encontraremos detalles de su belleza exterior que superamos
ampliamente. O al menos eso pensaremos en un ejercicio de autoestima.
Esta duda me ha hecho
recordar un soneto de Garcilaso de la Vega en el que te invita a vivir el
momento mientras nuestras mejillas son rosadas y nuestros cabellos tan rubios
como el mismo oro ya que el tiempo pasará y la lozanía del rostro y del cuerpo
se perderá. La belleza exterior es efímera y mejor lo relataba el poeta en
estos cuidados versos:
“…coged de vuestra alegre
primavera/ el dulce fruto, antes que el tiempo airado/ cubra de nieve la
hermosa cumbre…”
Porque el tiempo pasa y la
belleza deja de ser tanto hay que cultivar otras cualidades que nos hagan
buenas personas, ser más bonitas por dentro.
Con esa me quedo yo, con la
belleza interior porque al contrario que la exterior crece con los años y debe
ser mejor con el tiempo que pasa.
Por ese motivo quiero que me
recuerden por la persona que soy, que mis cualidades crezcan día a día y ser
bella por dentro y es la que libre de artificios cultivo cada momento.
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