martes, 14 de abril de 2020

Día del Beso en los tiempos del Covid-19



¿Alguien ha imaginado, alguna vez, celebrar el Día Internacional del Beso sin podernos besar?

Creo que nadie podría imaginar nada igual, es más, probablemente, nunca se haya dado tanto importancia a este día, más allá de compartir besos virtuales en nuestras redes sociales y poco más.

Desde hace más de un mes tenemos impuesto el llamado “distanciamiento social”, por el que se nos obliga a no acercarnos a nadie a menos de dos metros con lo cual besarnos o abrazarnos es imposible, totalmente imposible.

Supongo que nadie imaginaría que se nos prohibiera algo tan simple y a la vez tan necesario como es el contacto físico con las personas que queremos. Confieso que yo, al menos, nunca imaginé nada igual.

Ni tampoco que tendría que vivir confinada en casa y aquí llevo 31 días ya. ¡Y los que quedan!, añado.

Y el responsable de toda esta pesadilla, que puede parecer sacar de una película de ciencia ficción, es el Covid-19. Un mortífero virus que se propaga rápidamente y que viaja con cada uno de nosotros, de ahí la prohibición de salir de casa bajo riesgo de multa o contagio. Esto último sería mucho peor.

El que este 13 de abril se nos haya recordado que se celebra el Día Internacional del Beso me hizo más presente un pensamiento que me ronda hace días.

¡Qué triste esta enfermedad qué te priva de libertad e impone distancia con los demás! Hasta el punto de dejar a los que la contraen, muchos de ellos mayores, postrados en una cama de hospital sin visitas, sin ninguna compañía a la hora de morir… ni una última despedida a nuestros seres queridos.

No se me puede ocurrir nada más triste que estas situaciones en la que jamás, seguro nadie habrá reparado, ni se habrá pasado por la mente.

Pues, precisamente en estos tiempos del coronavirus, de confinamiento, de obligada soledad y en los que se nos prohíbe besar y abrazar llega, hoy, el Día del Beso, para echar más de menos a todos los que queremos.

Solo nos queda pesar que ya nos queda un día menos para poner fin al distanciamiento social y esos besos virtuales puedan pasar a la historia de la estos días de Covid-19.


miércoles, 19 de marzo de 2014

¿Belleza exterior o interior?



Llevo días (bastantes) dando vuelta a esta idea en mi cabeza: ¿Qué preferimos tener belleza exterior o interior? ¿Por cuál de las dos queremos ser recordados?


Las comparaciones siempre son odiosas y las mujeres rara vez vamos a reconocer que otra es más hermosa que nosotras mismas. Encontraremos detalles de su belleza exterior que superamos ampliamente. O al menos eso pensaremos en un ejercicio de autoestima.


Esta duda me ha hecho recordar un soneto de Garcilaso de la Vega en el que te invita a vivir el momento mientras nuestras mejillas son rosadas y nuestros cabellos tan rubios como el mismo oro ya que el tiempo pasará y la lozanía del rostro y del cuerpo se perderá. La belleza exterior es efímera y mejor lo relataba el poeta en estos cuidados versos:

“…coged de vuestra alegre primavera/ el dulce fruto, antes que el tiempo airado/ cubra de nieve la hermosa cumbre…”


Porque el tiempo pasa y la belleza deja de ser tanto hay que cultivar otras cualidades que nos hagan buenas personas, ser más bonitas por dentro.


Con esa me quedo yo, con la belleza interior porque al contrario que la exterior crece con los años y debe ser mejor con el tiempo que pasa.


Por ese motivo quiero que me recuerden por la persona que soy, que mis cualidades crezcan día a día y ser bella por dentro y es la que libre de artificios cultivo cada momento.

miércoles, 19 de febrero de 2014

¿Del amor a la amistad?



Una fotografía encontrada en Facebook me ha inspirado esta pregunta. El texto que la acompaña dice “Un amigo puede acabar siendo tu amor, pero un amor no puede finalizar siendo tu amigo…” Algunos pensarán que es cierta esa afirmación mientras que otros la negarán.


Después de una relación sentimental es difícil llegar a la amistad. Siempre una de las dos partes pierde más, es decir, siente más por la otra persona incluso cuando se dice que la relación ha terminado de “mutuo acuerdo”, seguro que alguno intentaría alargarla más para ver si puede salvarla.


Hay tantos finales como personas en el universo y circunstancias diferentes que ponen el punto final a la historia de dos personas. Cuando hay hijos de por medio es conveniente, por el bien de ellos, que haya una buena relación entre los padres para que la separación sea lo menos dolorosa para los hijos. Pero esa buena relación no siempre es amistad. En la mayoría de los casos las rupturas en la que no hay nada que compartir después, origina a desconocidos con muchos recuerdos en común.


Cuando conoces a alguien e inicias un camino en compañía se comparten muchas cosas. Confidencias, inquietudes, ilusiones, proyectos, amor, sexo y altas dosis de complicidad. ¿Por qué al acabar hay que olvidarse de todo? Es lógico que para llegar a esa “amistad” tenga que pasar un tiempo y no comenzarla al día siguiente. Eso es imposible. Hay que dejar transcurrir el duelo que eso supone. 


Dependiendo de las circunstancias que hayan rodeado la ruptura, esta causará más o menos dolor a cada uno de los miembros de la pareja. En un principio es impensable que se pueda a volver a entablar ni tan siquiera una conversación cordial. Pasado el tiempo hay que borrar todos los malos recuerdos y quedarse con lo bueno vivido. Ahí se inicia el camino hacia esa amistad. Al menos es mi forma de pensar y actuar. No me creo ninguna excepción cuando personas como Bibiana Fernández o Vicky Martin Berrocal pregonan lo mismo.


Algunos de mis ex siguen a día de hoy siendo amigos míos. Compartimos, aún, inquietudes y nos prestamos ayuda si es necesario. Claro que todo esto se vuelve más complicado cuando otras parejas entran en nuestras vidas y surge entonces otra pregunta: ¿Cómo aceptaríamos que nuestros chicos o chicas continuaran siendo amigos o amigas de sus ex parejas? Reflexionamos sobre ello y otro día lo contamos.

jueves, 19 de diciembre de 2013

¡Feliz Navidad!



Faltan solo cinco días para celebrar la Nochebuena y comienzan, así de forma oficial, las Navidades. Fiestas que parece que cada año empezamos a festejar con más antelación.

La tradición marcaba que hasta el 8 de diciembre no se daba el pistoletazo de salida a esta festividad marcada por la solidaridad que más por el sentido religioso de la misma. En cambio ahora desde noviembre se ven turrones y polvorones en las estanterías de los supermercados y los ayuntamientos adelantan el encendido del alumbrado navideño en las ciudades.

Pero, ¿cuál es el verdadero sentido de las navidades? Partiendo de que son unas fiestas que, particularmente, me gustan mucho he de decir que desde hace unos años el sentido no es el mismo. ¿Por qué estos días somos más sensibles con los demás y nos obligamos a estar felices siempre? ¿Por qué esa obligación de tener que reunirse la familia si el resto del año no lo hace solo porque no les apetece?

Por circunstancias personales me he visto obligada a pasar la Navidad en diferentes situaciones. Desde un triste hospital hasta tomar las uvas, sola en casa. Fueron navidades distintas y, evidentemente, tristes pasarlas así entonces. Ahora nada es igual pero, aunque me cuesta, las sigo celebrando. 

Me he obligado a poner el Árbol de Navidad (este año no lo he hecho), el Nacimiento… Impregnar de espíritu navideño la casa, porque así se impone e intentar no recordar que nada es igual desde hace tres años.

Se mezclan dos sentimientos en mí. Por  un lado me gusta salir a la calle y ver las luces, escuchar villancicos… pero por otro, cada cosa que me recuerda que es Navidad me entristece un poco. Lo que más me molesta es que te obliguen a estar feliz y que no estés en casa, sola, el 24 o el 31 de diciembre. Sé que la intención de esas personas es buena, pero deben, también, respetar las decisiones propias de no querer reunirte. Que la vida es tomar decisiones aunque, a veces, nos equivoquemos.

No quiero que nadie piense que lo paso mal esos días y, mucho menos, que lo que quiero es quedarme dormida desde el 23 de diciembre hasta el 7 de enero. Nada más lejos. Las celebro pero diferente. Me reúno con parte de mi familia y lo hago con ganas, no por obligación. Disfruté la Nochevieja pasada. Cantamos, reímos, brindamos… se notaron las ausencias pero no por eso dejamos que la tristeza nos acompañara. 

Este año las pasaré fuera pero en familia, también. Seguro que, como siempre, lo pasaré genial y brindaré en un Cotillón por el año nuevo para que venga cargado de cosas buenas para todos los que quiero y son importantes en mi vida… para mí, también. 

viernes, 6 de diciembre de 2013

Día de buenas noticias



Este viernes festivo en España por conmemorarse el trigésimo quinto aniversario de la Constitución Española se ha convertido para mí en un día cargado de buenas noticias. En concreto tres en poco más de una hora.

La primera de ellas es de carácter personal y es que he recibido una buena nueva que me ha hecho muy feliz por el tiempo que llevaba esperándola: la familia se agrandará en pocos meses si todo transcurre como debe ser. Que así será si Dios quiere. Ella se merece cumplir su deseo de ser madre…

Las otras dos están relacionadas con “Para encontrar al príncipe azul hay que besar a muchos sapos”. La primera es que Literariamente hablando ha tenido la iniciativa de dar a conocer en su página a nuevos autores. Bendita iniciativa que nos ayuda a los que empezamos a darnos a conocer en este difícil mundo. Hoy me ha tocado a mí. Biografía y, sobre todo, la mención a la novela que es lo más importante. Agradezco esta atención de ellos para mi persona. Una gran ayuda para la promoción fuera de mi ciudad natal y de residencia: Utrera. Os dejo el enlace para que podáis visitar esta página: http://www.literariamente-hablando.com/


Ya son varios los blogs que me han dedicado un espacio para promocionar mi primera novela “Para encontrar al príncipe azul hay que besar a muchos sapos” y lo agradezco enormemente, pues promocionarse en solitario es muy difícil y más en este momento en el que famosos o personajes mediáticos se lanzan a la conquista del mercado literario. No estoy en contra de ello pero sí reconozco que no todos partimos desde el mismo punto ni contamos con las mismas herramientas para promocionarnos.

La tercera noticia que me ha colmado de alegría en este día de fiesta es el comprobar que “Para encontrar al príncipe azul hay que besar a muchos sapos” está a la venta en quince librerías de toda España. Ciudades como Málaga, Almería, Granada, Valladolid, Burgos, Pamplona, Sevilla, Jerez de la Frontera, Vilanova i la Geltrú tienen mi novela en sus estanterías, además de las librerías de Utrera. Probablemente haya más que hayan solicitado este libro para ponerlo a la venta que ya iré buscando y haciendo la relación de las mismas.
La primera vez que vi mi novela en un escaparate me hizo mucha ilusión y, más, cuando estaba rodeada de novedades como el Premio Planeta 2013 y el finalista del mismo, u otras como la de mi paisano Tate Montoya (novela póstuma que lleva por título “Encadenados”) o “Inri” de Fernando Carrasco…

Un amigo me envió la foto añadiendo la frase: “búscala a ver si la encuentras” y sí que la encontré. Mis ojos se fueron directos para ella que estaba en el centro del escaparate. Creo que eso será como cuando buscas a un hijo entre otros bebés que las madres lo reconocen fácilmente y a la primera. Sin necesidad de buscar.

Pues hago el mismo juego con vosotros. Dejo la foto y a ver si la encontráis entre todas…

Felíz día.

martes, 12 de noviembre de 2013

Gracias Utrera

No se me ocurre mejor título para esta vuelta al blog después de unas semanas sin tiempo para publicar en él. El motivo era que estaba organizando la presentación de mi primera novela “Para encontrar al príncipe azul hay que besar a muchos sapos” que me llevó muchísimo tiempo y dedicación. Pero llegó el viernes, 8 de noviembre, la fecha elegida para mi “bautismo literario” como fue denominado por Salvador de Quinta (en su día) y el presentador de la novela, Antonio Cabrera. Desde ese día vivo en una nube. Nunca imaginé que tantas personas me arroparan en ese momento tan importante para mí pues se hacía realidad el sueño que tuve desde niña de ser “escritora”. 

La presentación de esta me sirvió para reencontrarme con mi amiga de la infancia que no veía desde hacía casi veinte años, mis compañeros de BUP y COU del colegio salesiano Ntra. Sra. Del Carmen de Utrera, amigos que he ido sumando a mi larga nómina a través del trabajo y, como no podía faltar, mi familia que como dije: “somos pocos pero los mejores”. Ver el Salón de actos de la Casa de Cultura lleno y oír en el patio a los que no pudieron entrar me llenó más de alegría y creo que los que allí estaban veían como esa felicidad se reflejaba en mi cara. Nerviosa estaba, debo confesarlo, pero más ilusionada por presentar a mis amigos “Para encontrar al príncipe azul hay que besar a muchos sapos”, un proyecto en el que he trabajado muchos años y que a mí me apasiona el resultado final obtenido. 

Solo espero que ahora la respuesta de los lectores sea positiva. Disfruté todos y cada uno de los momentos que viví el viernes, especialmente la firma de ejemplares. Más de una hora estuve recibiendo a muchas personas que adquirieron allí su ejemplar (otros ante la larga cola decidieron esperar a este domingo, 17, en la Plaza del Altozano). Aunque me decían, en broma, ¿cómo tienes la mano? ¿Te dolerá de tanto firmar? Para nada. Es cierto que no sentí dolor sino mucha alegría de apreciar el cariño de todos mis amigos. Siento no haber podido saludar y compartir tiempo con todos los que estuvisteis ese día en la Casa de Cultura. Sabed que me habéis hecho sentir muy feliz y que no esperaba tanto de vosotros. Mi deuda es grande y eterna, como también lo es con Utrera por las muestras de cariño que comencé a recoger antes de la presentación, en ella y en estos días posteriores. Y acabo como empecé mi exposición en la presentación de “Para encontrar al príncipe azul hay que besar a muchos sapos”: “Me gusta Utrera. Salir a la calle y ver caras amigas. Pararte en una esquina a charlar. Vivir en Utrera es la gloria para mí”. ¡Gracias Utrera!